Presentación

¡Escucha valiente lector que te aproximas a las procelosas aguas de este blog! oye el consejo de los Dioses de la red y antes de sumergirte, lee esta entrada que es a la vez carta de navegación y aviso a navegantes

lunes, 18 de noviembre de 2013

La terrible secta de los literales


Hay un viejo mantra que reza que uno solo es capaz de razonar hasta donde es capaz de expresarse. Supongo que semejante afirmación tendrá su respaldo científico en alguna rama de la semiótica, la neurocirugía o la sicología experimental, también su correspondiente argumentación en contra. Es una reflexión seductora y su eco es muy fácil de identificar en la realidad. Es de esas cosas que se confirman en cualquier reposición del callejeros

Sin embargo podemos estar ante una frase a 0,60 € de las que canta Ojete calor, yo por lo menos he sido víctima de algún callejón sin salida semántico, donde la evidencia tangible escondía otra realidad más huidiza que no encontraba su materialización en el lenguaje. Es más, aquel servía para ocultarla y negar su existencia, cual rueda de prensa posterior a un consejo de ministros.
Por eso al pequeño intelectual gafapasta que llevo dentro se le iluminó la carita cuando, por casualidad escuchó lo siguiente: el mensaje ES el contexto. Sé que la frase original, pronunciada por Marshall McLuhan, es el mensaje es el medio, pero a mi la idea me llego así y yo la prefiero. De repente se añadió una nueva dimensión a mi relación con la realidad. Ya no es que no dependiera únicamente de la capacidad de expresarla, es que cambiaba la materia de que está hecho el pensamiento y su traducción al lenguaje.
Miremos el mundo bajo el nuevo prisma y verán como se explican muchas cosas que antes lográbamos intuir, pero que se resistían a cobrar forma bajo la tiranía de la palabra desnuda, sobre la que se apoyaban nuestras argumentaciones.
Ustedes saben, como yo, que la bandera de España es un símbolo que representa la nación española, y que, siendo generoso, aúna la identidad de lo español. Bien. ¿A que el mensaje que ustedes perciben al ver la bandera en el cuello de un polo Ralf Lauren vestido por un varón de mediana edad a los mandos de un Porche Cayenne circulando por la calle Serrano difiere notablemente de la misma bandera impresa en la camiseta de la selección española no oficial que luce desgarbada sobre un inmigrante nigeriano que vende imitaciones de bolsos de TOUS huyendo de los municipales por la calle preciados? Es la misma bandera si, con su unívoco mensaje, pero intuyen que hay algo más: ustedes reciben informaciones casi opuestas! 
Misma marca, diferente mensaje: la magia del contexto (Nota: al autor le fue imposible encontrar una imagen de un inmigrante con la camiseta de la selección española, aunque puede jurar sobre el rosario de su madre que tal circunstacia la ha visto con sus propios ojos)


Apliquemos nuestra formula y Hop! Todo cobra sentido ahora! En ambos casos el mensaje expreso se contradice con el tácito; el mensaje es realmente el contexto! en un desprecio a las instituciones (en el segundo caso) que Gallardón no dudaría en hacer punible si fuera capaz de captar la sutileza del asunto. 
Del mismo modo, ustedes saben que la afirmación “No me pasa nada” puede esconder terribles implicaciones.
Tampoco es que haya descubierto la pólvora, llevamos leyendo entre líneas de forma intuitiva desde los albores de la especie, aunque la formulación radical de McLuhan es reveladora por descorrer el velo que dividía lo tácito de lo evidente y demostrar que es lo primero, y no lo segundo, el meollo de la cuestión: pesa más lo que no se dice que lo dicho.
Claro que no todo el mundo quiere enterarse. Existen guardianes de la literalidad, ¿acaso son congéneres privados de la facultad de entender el contexto? alguno habrá, pero me temo que es mas turbio cómo y de que manera que cantaba Serrat. La literalidad, para estos sujetos, es un arma de propaganda Orwelliana, una trinchera que oculta una realidad incómoda. Un látigo de siete colas con la edición en tapa dura del diccionario panhispánico de dudas en cada punta. Un miembro de la secta literalista creerá en la bandera como símbolo sagrado e inequívoco sin atender a la circunstacia y despreciará por igual aquellas otras que no respeten la literalidad del artículo 4 de la Constitución Española, da igual que sea la de los Tirios que la de los Troyanos.
Que quieren que les diga, yo le he cogido un poco de tirria a la bandera rojigualda. Alguno me tachará de antipatriota, de perroflauta e incluso de antisistema radical. Y no es que la combinación de colores me resulte poco afortunada ni que me haya aliado con la pérfida albión, tampoco soy fan del nacionalismo separatista, es que, como admirador del mosaico de matices que nos ofrece la circunstacia, veo muchos mensajes que no me agradan detrás de una simple tela de colores. Incluso cualquiera diría que un sector muy determinado de la sociedad, de ideología y poder adquisitivo reconocidos, se ha apropiado de la bandera como signo identitario.
Si quieren lo discutimos, pero por favor, teniendo en cuenta los particulares del mensajero.