Durante bastante tiempo de aquel 2001 todo estuvo impregnado
por el humo del 11 de septiembre. Como si las cenizas se hubieran posado no
solo sobre las calles de Nueva York, sino sobre las conciencias de los
habitantes del planeta entero. Y durante bastante tiempo también esa ceniza
mantenía todo en un estado catatónico, borroso, que impedía ver el alcance real de los atentados. Todo el mundo intuía la enormidad
de sus consecuencias, pero la manera en que cambió los detalles más ínfimos de
la existencia la descubriríamos poco a poco durante muchos años.
El caso es que durante el primer mes respirábamos un ruido
sordo, infranqueable, que eclipsaba todo detrás del 11 S. De aquel muro que nos
pasó por encima yo recuerdo una noticia que me llamó la atención. Recuerdo
incluso que la oí mientras conducía: varias radios estadounidenses
habían vetado la emisión de Imagine
de John Lennon por considerarla , bueno no se muy bien que pensaron esos
señores, pero supongo que inapropiada o antipatriótica o alguna estupidez por
el estilo.
Y pensé: “si eso es cierto, han ganado. Esta noticia es una
rendición al terrorismo en toda regla”.
La verdad es que se trataba de una lista de
canciones que las emisoras se abstenían de programar voluntariamente, pero solo
su existencia me avergonzó. (Nota para la reflexión: sentir como propia una
derrota de Estados Unidos y del Occidente en general). Más tarde George Bush
confirmaría los peores temores con la Patriot Act.
George sigue sin entender nada y le va bien |
Al igual que un signo equivocado en una ecuación compleja
invalida el resultado final, por muchos cálculos que conformen su desarrollo,
la conculcación de los Derechos Humanos tira por tierra toda la construcción
del Estado de Derecho. Del mismo modo, la horadación de cualquiera de los tres
pilares lo sostienen -sometimiento a la ley que emana del pueblo, único
repositorio de la soberanía nacional, la separación de poderes y un listado de
derechos que son infranqueables- convierte la democracia en una pantomima.
Los Derechos Fundamentales son la línea roja que no se ha de
rebasar aunque la mayoría estuviera de acuerdo en legislar en contra. Son la
consecuencia inevitable de que, como creo, todos los hombres nazcamos libres e
iguales y provistos de dignidad.
Esta arquitectura, esta casa, es lo que habría de llamar mi
patria. Su respeto escrupuloso se ganaría mi orgullo y ser español sería motivo
para ir con la cabeza alta si ello equivaliese a un verdadero estado de
Derecho. Esta España de misa, toros, ladrillos y emprendedores coreando a la
selección española esta muy lejos del patriotismo que pretendo, que además no es excluyente sino
exportable, hasta el punto de dejar sin sentido el territorialismo en el que
tradicionalmente se fundamenta. Mi patria es aquella idea, que la quiero tanto
para mi país como para todo el mundo.
Pero el asunto es más grave que todo eso. España es uno de
los países donde el Estado de Derecho ha sido más salvajemente prostituído en dos
frentes: en la lucha contra ETA y en la ocultación de los casos de corrupción
de los principales partidos políticos.
En la lucha contra ETA en este país ha valido todo, y eso,
al igual que sucedió con el 11S, supone una prematura derrota. No se puede
luchar contra quienes no respetan el Estado de Derecho saltándose a la torera
el Estado de Derecho. No se puede torturar,
violar los mas básicos
principios de derecho procesal, como la irretroactividad de las normas
penales, ni crear una legislación especifica que limita derechos fundamentales a
medida de determinadas personas. Hemos llegado al extremo de crear un
organismo, la Audiencia
Nacional, heredera del franquista tribunal de Orden Público, cuya especial
idiosincrasia y jerarquía es determinada por la materia a juzgar, que en su
origen fue la de terrorismo, contraviniendo el principio del juez natural.
La sentencia
del tribunal de Estrasburgo de Derechos Humanos sólo ha dicho lo evidente:
que hay Derechos Humanos que se están violando y que no se puede
consentir. Todos los sectores
conservadores del país han puesto el grito en el cielo. Si cuestionas la
separación de presos o la doctrina Parot se te tacha automáticamente de
filoetarra, a la vez que se apela al discurso hiperemotivo del dolor de las
víctimas. Además de demagógico es de una cochambrez moral insultante. Es
también rayano en la esquizofrenia la defensa a ultranza de la seguridad
jurídica por parte del espectro cavernario a la vez que se traga con todas
estas ruedas de molino.
Períódicos españoles haciendo el ridículo |
Solo una mentalidad muy mezquina confunde la defensa de los
Derechos Humanos -sin excepción- con la aprobación de los actos terroristas. Es
justo lo contrario: ceder un ápice en la batalla por los derechos es una
victoria de quienes no los respetan, porque el fin nunca justifica los medios.
Bola Extra: pese a los esfuerzos de aquel directivo
bienintencionado pero con una peculiar visión del mundo libre, Imagine conoció
una segunda juventud tras el 11S, convirtiéndose en himno de quien oponía a la
barbarie los ideales a los que canta la canción, como el fuerte que realmente
se debía defender de los extremismos, como el objetivo hacia el que debe tender
el avance del ser humano, como, en definitiva, el objetivo que realmente
quieren tumbar los poderosos, estén en el bando que estén. Neil Young lo tuvo muy
claro en “A Tribute to Heroes”, un programa de estrellas para recaudar fondos
para las victimas, emitido el 21 de septiembre.