Presentación

¡Escucha valiente lector que te aproximas a las procelosas aguas de este blog! oye el consejo de los Dioses de la red y antes de sumergirte, lee esta entrada que es a la vez carta de navegación y aviso a navegantes

martes, 8 de noviembre de 2011

Presentación del ciudadano

Vivimos en un mundo injusto. Esta es la premisa de la que Ciudadano Tersites parte, la piedra de toque sobre la que procuraremos construir la casa, el desafortunado motor de estas elucubraciones. Del mismo modo –y por un principio elemental de coherencia- rechazamos lo contrario: no existe una justicia en el orden de las cosas que se nos escapa y al mismo tiempo la injusticia imperante no es, en ningún caso, deseable en aras de algún ingrato sistema de sacrificios.
Con esto damos el primer paso de Ciudadano Tersites. Quien tenga a bien pasearse por aquí no debe perder de vista este hecho y el subsiguiente: queremos cambiar el mundo porque es injusto. Tremendamente injusto, manifiestamente injusto, procázmente injusto y no encontramos justificación alguna para que esto sea así.
Ya tenemos un motivo y todo lo demás es una hoja en blanco. No pretendemos predicar desde el púlpito, sino desnudar conceptos. (lo nuestro tiene mucho más que ver con la lujuria que con la santidad, como podrán comprobar). Creemos que, si bien la historia del conocimiento se ha forjado hasta ahora a golpe de pulsos, en el siglo veintiuno se mueve más bien a golpe de desordenados borbotones: un torrente descontrolado de información nos chorrea por los ojos y nos provoca desórdenes de atención y filtraciones de todos los colores. Nos toca dar batalla no ya en el desierto de la ignorancia sino en la selva tupida de las informaciones descontroladas. Aquí se pretende trabajar el criterio con el que cribar tanta bala perdida. Empezar a andar recalculando el espacio de un metro, cuestionando que significa la derecha o la izquierda o recordando las leyes elementales de la física.
Dicho esto solo nos queda hacer una hoja de ruta antes de empezar el viaje, aunque nos abandonaremos al placer de saltárnosla en cuanto podamos. Estas son algunas de las cosas que nos interesan y a las que intentaremos hincar el bisturí. Sirva también como aviso a navegantes.
- Creemos en la necesidad acuciante de una renovación del panorama social y político del país. La trinchera desde la que se afronta semejante tarea desafía los polos clásicos de derecha e izquierda, que deben ser redefinidos cuando no directamente descartados. Vaya por delante esta sencilla reflexión a la luz de lo ya dicho: Tradicionalmente se identifica a la derecha con conservadores y a la izquierda con progresistas. Si el conservador es quien quiere conservar el estado de las cosas (entendemos que por que su situación en el tablero es ventajosa, aunque esto es matizable), incurriríamos en una evidente contradicción si nos acercásemos a posiciones conservadoras. Por tanto no somos de derechas y menos aún considerando la coyuntura histórica de la derecha. Si por la izquierda consideramos aquella posición que pretende progresar en la historia de las ideas y cambiar el orden establecido partiendo del anterior, quizá tampoco somos de izquierdas, puesto que más que de una progresión hablamos de una ruptura. Aunque compartimos con la izquierda un afán dinámico y muchas de sus premisas (desaparición de las desigualdades entre las clases sociales, los derechos humanos como barrera natural, etc..). La prostitución que del término han hecho los autodenominados partidos de izquierdas, su apego a conceptos un tanto anacrónicos y varios experimentos fallidos (cuando no aberrantes) a lo largo de la historia, hacen necesaria la revisión del concepto.
Pero como queremos acudir a los mismos cimientos de las cosas, proponemos una reflexión sobre la misma legitimidad del Estado, hay que recuperar a Rousseau y su contrato social, hay que rechazar las afirmaciones acríticas impuestas por la tradición, la costumbre o la ley y empezar a construir de cero; el aire esta demasiado viciado, tanto que más que ventilar convendría mudarse. Esto no significa que todo lo alcanzado sea desechable. Infinidad de logros deben ser valorados en su justa medida, pero separando el trigo de la avena.
- Creemos en el pensamiento crítico como única manera de hacer ciudadanos libres. La ilustración nos ha legado una herramienta poderosa: el método científico, capaz de autocorregirse, superarse y predecir el futuro en todos los ámbitos del conocimiento. Y es en esa búsqueda desnuda de la verdad donde el pensamiento crítico debe guiar el propósito de un mundo más justo. Padecemos una dañina enfermedad, especialmente en el país que nos ha tocado vivir, cuyos síntomas consisten en aceptar un paquete de posturas, criterios y modos que se engloban bajo la etiqueta que forzosamente hemos de elegir: O se es de una facción con todas sus consecuencias o se está contra ella y todas las formas de pensamiento que invoca. El fenómeno alcanza su plenitud en la máxima “viva el Betis manque pierda”; si se es de derechas se está contra la memoria histórica, a favor de los toros y por los mocasines, si de izquierdas se es pro-ecología, se le tiene simpatía a Fidel Castro y se considera a la alta cocina como el nuevo arte. Por supuesto esto es una generalización trivial, pero no por ello es menos real la compartimentación de posicionamientos, gustos y opiniones entre los dos bandos en que los poderes públicos quieren dividir la realidad social. Pues bien, solo el pensamiento crítico puede darnos un criterio más allá del sentimiento de inclusión tribal para tomar postura frente a cada hecho al que nos enfrentamos. El pensamiento crítico nos permite además descartar de un plumazo muchas de las realidades que no le pueden sostener la mirada ni un segundo: medicinas alternativas, fenómenos paranormales, conspiranoias y, sobre todo y más preocupante: la religión. Desde ya nos declaramos ateos practicantes y en la lucha activa por un Estado laico (verdaderamente laico) relegando a ésta de donde nunca debió salir: del ámbito estrictamente privado. En España la religión es un lastre especialmente pesado, que nos ha anclado –y nos ancla- en el siglo XVII. Por supuesto cada uno tiene derecho a creer en lo que quiera, el mismo de cualquier otro a discutírselo sin que al primero le ampare un pervertido concepto del respeto
- Creemos que somos los primeros ciudadanos de un nuevo mundo; el mundo de Internet. Nunca se dispuso de una arma más contundente para cambiar las cosas, nunca la información viajó tan rápido y a tanta gente y nunca lo hizo de manera tan horizontal y democrática. Las nuevas tecnologías son la semilla de un nuevo mundo como lo son para una nueva revolución. La democracia directa es una realidad cada vez más tangible, el control de las ideas y la cultura cada vez más difícil (la técnica de la confusión por el bombardeo es el nuevo ministerio de la verdad). Por todo ello, lejos de considerar que la libertad en Internet es un problema de cuatro desalmados que pretenden saquear el esforzado trabajo de los pupilos de la SGAE, consideramos que es asunto de primera línea y que es mucho más que el beneficio de las productoras lo que aquí nos jugamos. No en vano fue la ley Sinde la chispa que provoco el primer movimiento organizado , que se hizo visible en el 15M, que desafió el orden impuesto. No fue fruto de la codicia pirata, fue la sombra de la censura sobre el único método que hasta ahora se ha mostrado eficaz para organizar una sociedad adormecida y desorientada, de acceder a la cultura que no aparece en los medios al uso y de plantar cara en igualdad de condiciones a quienes tenían acceso exclusivo a los púlpitos.

A partir de aquí se trata de aclarar conceptos, en ese acto terapéutico que es escribir para ordenar uno mismo sus propias ideas; algunas cobran fuerza sobre el papel (la pantalla en este caso), otras no resisten el transplante al mundo y mueren al ser observadas desde fuera. Toda discusión es bienvenida, todo comentario agradecido, toda salida del tiesto atacada con crudeza. Es más; nos sentiríamos eternamente agradecidos por cualquier colaboración en forma de artículos o ayuda técnica que tengan a bien compartir. Bienvenidos a la ventana del Ciudadano Tersites, que también tiene derecho a tener una opinión. Y recuerden, lo último que se pierde es el sentido del humor y sólo el humor salvará al mundo.

2 comentarios:

  1. Muy bien. Ya ha llegado la hora de darle la espalda al púlpito y hablar de lo realmente importante......

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  2. Gracias Andrės, esta usted invitado a opinar desde abajo de la escalera. Un abrazo

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