Poco después de la masacre de Breivick en Noruega me
encontraba yo cenando en Roma con unos amigos (se que la referencia a Roma es innecesaria
pero yo también me las quiero dar de viajado). Había trascendido la noticia de
que el asesino tenía tendencias ultracatólicas y de extrema derecha. El tema
sirvió de sobremesa, y yo, ácrata e imprudente, lance sobre el mantel este
detalle, que fue recogido como un guante por mis interlocutores que profesaban
la fe del Vaticano. Rápidamente se afanaron en desvincular las posibles
motivaciones religiosas del psicópata con sus actos. Ahí comprendí que me metía
en un jardín de consecuencias imprevisibles y la estancia en Roma estaba siendo
agradable, así que reculé, pero no pude resistirme a dejar la firma del zorro.
Quise zanjar el tema con la frase del premio Novel (si, caí en la falacia de
autoridad, mea culpa) Steven Weinberg:
Con o sin religión
siempre habrá buena gente haciendo cosas buenas y mala gente haciendo cosas
malas. Pero para que la buena gente haga cosas malas hace falta la religión.
Fue una retirada en falso, ya que encendió un poco los
ánimos. Mis interlocutores optaron por la defensa de la diferencia, viniendo a
decir que las cosas malas se dan en el Islam y otras religiones de salvajes,
pero que el cristianismo es la buena, la pata negra, la civilizada,
prácticamente la cuna de la democracia y la garante de los derechos humanos.
Vamos que el Papa no se había inventado la alianza de civilizaciones porque eso
es una cosa de socialistas.
Quise argumentar que la base teórica de todas las religiones
sin excepción es exactamente la misma y que si en occidente hemos tenido algún
conato de democracia ha sido a pesar
de la religión y no precisamente gracias a ella, pero afortunadamente, el
camarero vino a por la comanda y la sangre no llegó al río.
He venido comprobando que este razonamiento donde el
individuo piensa que las cosas pasan en otro
sitio o en otra época esta
asombrosamente extendido entre nosotros; este “pensamiento burbuja” es aquel
que excluye cualquier conflictividad de nuestro entorno y crea una sensación de
falsa seguridad, de continuidad y estabilidad ad aeternum que no resiste el más mínimo análisis crítico. En
algunos casos, los logros conseguidos se tienen como inmutables, en otros el
pasado ignominioso es una nebulosa que no puede regresar. Hay veces en los que
una inexplicable configuración genética impide que nosotros caigamos en
barbaridades que sólo pasan en el extranjero. Aquí eso no podría pasar, ahora
las cosas son muy distintas…
Pobreza? en el siglo XXI? en España? no lo creo |
Para el burbujista la policía torturaba, si , pero eso era antes, ahora los guardias civiles son amables ciudadanos que te ayudan si tu
coche se avería. Para el burbujista todo el aparato de la dictadura se evaporó
allá por el 75 y todo se volvió respeto a los Derechos Humanos y a la
convivencia. Para el burbujista quien defendía ferozmente las leyes
fundamentales del Régimen acata, sin asomo de paradoja, la Constitución del 78
y forma parte, con total normalidad democrática, del partido en el gobierno.
Últimamente han reaparecido en las noticias muchas
manifestaciones de carácter indiscutiblemente fascista. No se lo llamamos
nosotros, los protagonistas de estos actos llevan a gala tal denominación y reivindican
el fascismo con descaro. Para el burbujista, este fenómeno es una anomalía
despreciable, algo que pertenece al pasado y a países menos desarrollados (como
Grecia). Una pincelada pintoresca en el apacible cuadro que surgió de la
Transición –verdadero mojón de la historia de España que marca el inicio del
antes y el ahora, de la España moderna, democrática (y aún católica) y la
barbarie anterior y exterior-
Yo, desconfiado que es uno, estoy bastante alarmado con lo
que veo y por lo poco que conozco la condición humana, tengo miedo de que sea
cierto aquello de que quien olvida su historia esta condenado a repetirla. Al fin
y al cabo solo han pasado 76 años desde que nos matamos los unos a los otros en
este país (con uno de los bandos defendiendo el fascismo) y 38 desde que se
acabaron 40 años de dictadura del bando ganador (fascista). Será quizás que no
queremos mentar a la bicha para no invocarla?, será que no solo tenemos que
parecer democráticos sino también serlo? Mi abuelo decía que las cosas nunca
pasan hasta que pasan. Al tiempo